lunes, 10 de diciembre de 2012

Fideos de berenjena

 
 Nada que ver con amasar una masa de berenjenas. Sería un linda opción pero opté por una más extraña, más divertida, más apta para cuando quiero comer sólo vegetales y nada de harinas. Se trata de hacer que las berenjenas se parezcan a los fideos cortándolas en tiras tan largas como sus paciencias y sus cuchillos lo permitan:
Para empezar, corté las berenjenas en rodajas finitas pero no tanto (3 mm si quieren ponerse matemáticos). A cada una de esas rodajas las volví a cortar en redondo, como haciendo un esperal para que el largo fuera el máximo posible. Así:
Cuanto más finitas queden las tiras, más se van a comportar como fideos (se van a poder enroscar en el tenedor, por ejemplo). Como se ve en la foto, no las cociné como lo haría con los fideos. Técnicamente debería ser posible tirarlas al agua hirviendo pero estaba muy interesada en preservar la tira y tuve miedo de que se ablandara demasiado y se rompieran. Entonces, primero les di unas volteretas en un poquito de aceite para que se doraran un poco y ahí sí agregué agua y terminé la cocción.
Lo demás sí fue como con los fideos. Usé brócolis, ajo y salsa de tomate. Evidentemente las combinaciones son infinitas: cualqueir salsa que le pondrían a los fideos, cualquier acompañamiento que pegue con berenjenas. Se me ocurre que una salsa más cremosa podría resultar más que interesante.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Albóndigas

Sigo con adaptaciones descontroladas. La verdad, cuando comía carne jamás de los jamases comí fideos con albóndigas, pero será que de tanto ver El Padrino (la primera, Michael aprende a hacer salsa mientras se inicia en el negocio familiar) se me habrá prendido de alguna parte y ya era necesario.
Los fideos son fideos (spaghettis de paquete simplemente).
Las albóndigas:
  • Un puñadito de lentejas.
  • Una ramitas de albahaca (yo usé muchas, pero a gusto).
  • Medio puñadito de miga de pan mojada en leche (menos que lentejas, pero sean generosos proque tienen que quedar bien bien firmes).
  • Sal, pimienta, esas cosas.

Cocinamos las lentejas como siempre, mezclamos con lo demás y procesamos. Armamos bolitas chiquitas para que resistean todo lo que viene. Antes de tirar a la salsa, me gusta dorarlas un poquito en la sartén para que no se desarmen. No sé si hace falta pero funciona.


La salsa
  • Dos tomates chichos o uno grande.
  • Una cucharadita de extracto de tomate.
  • Un chorrito de vino (que debería ser tinto, pero...).
  • Otro chorrito de aceite de oliva.
  • Un cebolla chiquita
  • Un diente de ajo
  • Algunos trocitos de berenjena (optativos, obvio).
  • Sal y pimienta.

Todo va a la sartén de este modo: primero la cebollaen el aceite hasta que quede bonita pero ni dorada ni nada, después la berenjena que tarda y absrobe mucho en la cocción y ahí mismo el ajo para que se cocine bien pero sin quemarse. Cuando ya está blandita pero no cocida del todo, el tomate pelado y triturado (como les guste, más o menos) y el extracto. Mezclamos bien y agregamos el vino. De a ratitos me gusta ir revolviendo para que el tomate no se pegue ni se queme. No tiene que hervir ni cocinarse demasiado así que ahí nomás agregamos las albóndigas para que compenetren con la salda. Las removemos un poco (de paso se terminan de calentar) y listo. Cuando están los fideos se la ponemos arriba y las comemos como La dama y el vagabundo (el El Padrino creo que no llegaban a sentarse a la mesa, pobres tipos).

sábado, 10 de noviembre de 2012

Hamburguesas rojas

La historia empieza por la necesidad de tener algo congelado para comer cuando no hubiera ganas o tiempo. Sigue con una reciente fijación con la remolacha y unos porotos aduki que reclamaban un poco de ingenio (aunque creo que quedan bien con todo porque son excelentes, dulces o salados). Así nacieron estas bellas hamburguesas. En la foto parecen de carne cruda, pero en vivo tienen el bonito color de la remolacha. Y nutricionalmente son super correctas: tienen un cereal, una legumbre y un vegetalito. Mejor imposible.

Entonces:
1 puñado de arroz integral.
1 remolacha grande o varias chiquitas.
2 puñados de adukis.

Las cantidades obviamente pueden ser otras depende de cuánto queramos guardar. Las proporciones las manejé en la creencia de que era la pasta de aduki la que iba a hacer que todo se sostuviera (la remolacha no es muy aglutinante) pero seguro que también podría ser diferente.
Primero cocinamos todo. Fui incapaz de cocinar todo junto, lo que me hubiera resultado genial, pero no estoy tan ducha en el tiempo de cocción de los porots. Sí lo hice con la remolacha y el arroz para que ya se fuera tiñendo y tomando sabor pero no es para nada imprescindible. Una vez que todo está cocido, sobre todo que los porotos y el arroz están BIEN cocidos, dejamos enfriar un poco y procesamos. Esto es fundamental porque es lo que va a hacer que se haga pasta. Si les gusta otra textura se puede procesar la mitad de la preparación y dejar algunos granos y porotos enteros. De todos modos aunque procesemos todo siempre algo queda.
Moldeamos la pasta, hacemos bolitas (acá la presión es fundamental) y después aplastamos en forma de hamburguesa.
Listo. Se come en el momento o se congela para el futuro.
Y así queda la pileta después de escurrir las remolachas. Psicosis.

martes, 16 de octubre de 2012

Tarta mexicana

Sólo en cierta inspiración. Fue una idea al pasar. Si fuera menos improvisada habría hecho una versión mejor que comentaré más abajo.
La idea fundamentalmente fue hacer una masa con harina de maíz. No me animé a mucho y la usé en combinación con otras harinas.
O sea:
Para la masa:
  • 1 taza de harina de trigo integral
  • 1 taza de harina de trigo blanca
  • 1 taza de harina de maíz.
  • 2 cucharadas de aceite
  • Agua para unir (siempre resulta menos de lo que parece que va a necesitar, así que con cautela).

Ponemos las tres harinas en un bol (me gusta moverlas para que se integren, pero es capricho creo), agregamos el aceite, la sal, la pimienta y el comino y mezcalmos un poco. Agregamos el agua, movemos un poco más y pasamos a la mesada. En estas masas no hace falta amasar más allá de lo suficiente para que se forme el bollo. Con harina en la mesada y en el palote estiramos en la forma que vayamos a usar (yo uso un molde de budín de unos 20 cm de largo para las individuales), ponemos en el molde y vamos a los horno unos 10 o 15 minutos.

Para el relleno:
  • Ajíes rojos y verdes en cantidades iguales (usé medio verde pequeñito y algo así como un tercio de uno rojo más grande).
  • Una cebolla mediana.
  • Un tomate pequeño.
  • Trocitos de queso a gusto (el queso y la cantidad de trocitos).

Cortamos todo en daditos, como para hacer ensalada criolla. Cuanto más parejo más lindo. Salteamos la cebolla con un poquito de aceite para quitarlo lo fiero y después de unos minutos agregamos los ajíes. Personalmente, no me gusta cocinarlos mucho así que los dejé como para que se hicieran amigos de la cebolla y nada más. Si les gusta cocinarlos más se puede, pero recuerden que después se siguen haciendo dentro de la tarta.
Colocamos todo lo que salió de la sartén en la masa salida del horno. Si hizo mucho líquido conviene escurrir y, además, poner un poquito de avena en la base de la masa para que absorba lo que vaya a soltar en el resto de la cocción. Arriba de los ajíes, colocar el tomate. De nuevo, se puede mezclar, ponerlo arriba es un capricho que intenta evitar un exceso de humedad. Para terminar, algunos trocitos de queso.
Hubiera estado interesante ponerle una base de porotos colorados. Creo hubiera ayudado a lo mexicano, al color, al sabor y a la textura. De yapa, también hubiera ayudado a no humedecer la masa. Igual la masa no se humedeció tanto y estaba riquísima, pero creo en la infinita perfectibilidad de los platos.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Dos versiones vegetarianas de un clásico festivo

Si de versiones vegetarianas de comidas con carne se trata, hay algunas más simples, otras más complejas y otras imposibles. Ésta está entre las últimas. El clásico vitel toné lleva peceto de base y atún y anchoas en la salsa. De ningún modo es posible hacerlo sin carne.
Ahora bien, quise recrear un aspecto más que el sabor, que es lo que solía extrañar cuando todavía recordaba la comida con carne. Y a decir verdad quería divertirme un poco.
Entonces cuidadosamente elaboré dos formas de hacer ver que uno come vitel toné. Claro que no engañarían a nadie, pero sirven para desconcertar.

Versión I: berenjenas con salsa de lentejas.
Ingredientes:
Berenjenas: 1 mediana.
Lentejas: 2 tazas de lentejas ya cocidas con un poco del agua de cocción.
Mayonesa: 2 cucharadas.
Jugo de limón:1 cucharada.
Mostaza: 1 cucharadita.
Laurel y sal gruesa para las berenjenas, nuez moscada y pimienta para la salsa.

Elegí cocinar las berenjenas en rodajas a la cacerola puesto que así se hace la carne del vitel toné. Además, queda más tierna que asada y nos aseguramos de que conserve bien su forma. De todos modos, la "sellé" en la olla con un poco de aceite antes de agregar el agua y cocinar tapada hasa que estuviera hecha.
reservadas las berenjenas, vamos a la salsa. Seguí la receta de la salsa de atún pero con lentejas, que tienen que estar BIEN cocidas para que realmente se deshagan. Igual conviene pasar por la procesadora o similar junto con los otros ingredientes. El agua de cocción es necesaria para que tome la consistencia adecuada sin tener que agregar ni demasiada mayonesa ni demasiado jugo de limón. Las proporciones pueden variar, como siempre. Yo tuve que usar algo así como dos cucharadas del agua de cocción para lograr que estuviera bien. Mezclamos todo hasta conseguir una pasta y cubrimos bien todas las berenjenas. La clave de esto, como la del original, es que haya mucha salsa. Además, conviene dejar descansar un rato para que las berenejnas se compenetren con su salsa.
 
Versión II: hamburguesa, milanesa o carne de soja con salsa de berenjena.
Acá la base será la que les dicte el gusto: yo usé una milanesa de soja pero bien podría ser la carne de soja o cualquier hamburguesa de legumbres. La salsa es igual a la anterior sólo que a partir de un puré de berenjena.

Ingredientes
Berenjenas: 1 mediana.
Mayonesa: dos cucharadas.
Mostaza: una cucharadita.
Jugo de limón: una cucharada.
Sal, pimienta y nuez moscada para condimentar.

Seguí el mismo procedimiento que en la versión anterior. También procesé la berenjena, cosa que en general no hago con el puré, porque en este caso era importante que quedara una textura bien lisita. Una vez hecho, cubrí la milanesa con la salsa y, de nuevo, dejé descansar un poco.

Es verdad que sólo yo comí las dos versiones, pero la primera ganó por amplia mayoría: es la que más se parece a la vista y es, además, la más rica. Hagan la prueba.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Almuerzo con torta

No se trata de optar por lo menos saludable de la tierra sino de que siempre tuve en la cabeza invertir las comidas y hacer postres que parezcan comida y comidas que parezcan postres. Esta es la única que hice hasta ahora (las ideas son infinitas).
Es sencillamente este pan de zapallo relleno de choclo y cubierto de puré de batata. Pero se ve como una torta y eso es lo que importa (aparte de que está buenísimo). La idea es explotar lo más dulce de los ingredientes salados. Podría haber apelado también a la remolacha y la zanahoria. Es sólo una versión entre tantas:

El relleno:
  • Choclo: 1 chico o medio grande.
  • Leche: 1 o dos cucharadas.
  • Comino molido, nuez moscada: a gusto.
Yo cociné el choclo, lo desgrané y después lo molí un poco con la leche y los condimentos para que quedara más cremoso. También se puede rallar antes de cocinarlo, como cuando hacemos humita, pero puede que quede demasiado húmedo y el relleno se desarme.

La cubierta:
  • Batatas: 1 mediana.
  • Leche: la necesaria (va a depender de las batatas).
  • Margarina: una cucharadita.
  • Escencia de vainilla: una cucharadita.
  • Nuez moscada y pimienta: a gusto.
Esto es sólo hacer un púré de batata como siempre pero con vainilla y cuidando que no quede muy flojito. Hubiera sido ideal poder usar la vainilla natural y no la esencia, pero no tenía. Como todo, hay que adaptarse a la alacena.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Fainá de choclo

Cuando yo era niña mi madre la llamaba Torta santiagueña. Con los choclos ya en la mano, entusiasmada después de su larga ausencia se me ocurrió preguntarme cómo era que se hacía eso. Nada. Google desconoce semejante cosa y la torta santiagueña parece no tener nada que ver. Pero los choclos ya estaban, la harina de garbanzos dormía en la alacena desde la última vez que hice fainá y necesitaba una comida que me pudiera esperar ya hecha en la heladera durante más de un día (y después terminarse lo más rápido posible).
Ciertos sujetos dispersos por la web sugerían agregar huevos a la mezcla, pero no parecía necesario, al menos no para obtener el resultado que yo esperaba, así que la cuestión fue tan simple como hacer la fainá y agregarle choclo (más tarde mi madre confirmó que no había que hacer mucho circo). Nunca le crean a quien diga que es difícil hacer fainá y no se gasten en comprar la mezcla preparada.

O sea:
  • Harina de garbanzos: 250 gr
  • Agua: 500cc
  • Choclo: 1 cocido y desgranado
  • Aceite: dos cucharadas y algo más para la asadera (usé girasol pero pueden ser más finos que yo).
  • Sal, pimienta, nuez moscada.

Colocar la harina de garbanzos en su tacho de hacer masas favorito y agreguen los condimentos y el aceite. Mezclen un poco y empiecen a agregar el agua muy de a poco. Esto es fundamental, primero logren que todo se integre y después vayan agregando de a un chorrito por vez para que el pegote se disuelva. los últimos chorritos son lo más delicados porque ahí es cuando nos asaltan los grumos, pero tampoco es cuestión de desesperar. Va a quedar muy líquida. Se deja reposar una hora o el tiempo prudencial del que dispongan y se agrega el choclo. Para cocinarla,  se pone aceite en una asadera, se calienta un poco en el horno y se vuelca la mezcla encima. Listo, al horno hasta que se dore y se desprenda. Pueden pasar 20-30 minutos dependiendo de qué tan gorda la hayan hecho (o sea, del tamaño de la asadera o pizzera que tengan).

Para esa particular noche, la apilé con puré de berenjenas en el medio y unos tomates para refrescar. Evidentemente, acepta las combinaciones que quieran o comerse sola.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Mousaka

 Es otra adaptación más de la tradicional comida griega a la paladares sin carne. Sí. Pero tiene una diferencia fundamental, que es que usé lentejas en vez de soja texturizada o esas cosas. Porque basta de soja, porque no me gusta la idea sustituir la carne por algo que se le parezca y porque las lentejas siempre están a mano.
El plato en sí tiene muchas variantes. La que yo hago (no aprobada por ningún griego, realmente) es la que más me gusta porque al llevar sólo dos capas de berenjena (como tapas) no se parece tanto a las berenjenas a la parmesana, que son geniales pero la idea no es hacer siempre lo mismo.
Aclaro que, para variar, esta no es una receta para uno. O sí, lo fue, pero con estas cantidades comen dos o come siempre el mismo pero más de una vez.
Sin más preámbulos:

Ingredientes:
  • Berenjenas: 2 medianas o 1 gigante
  • Lentejas: 3/4 de taza (crudas)
  • Tomates: 1
  • Extracto de tomates: 1 cucharada.
  • Cebolla: 1
  • Leche: 1 taza
  • Almidón de maíz: 1 cucharada.
  • Margarina: 1 cucharada.
  • Queso cremoso: 50 gr.
  • Todo tipo de condimentos: laurel para la salsa de tomate, nuez moscada para la salsa blanca, pimienta para todo, algo de sal.

1- Antes de empezar lo divertido hay que cortar las berenjenas en rodajas. Personalmente me gustan gorditas para que estén bien tiernas y no se pongan crocantes, un centímetro puede funcionar. Así las asamos al horno. Llevan un rato de cada lado, tienen que estar bien cocidas antes del armado porque si no el tiempo no alcanza. A la vez, conviene poner a cocinar las lentejas que ya deberían estar bieeeeen remojadas
2- Mientras se termina de hacer todo eso, hacemos la salsa. Salteamos una cebolla y cuando está trasparente y como para comer agregamos el tomate picado sin piel (nunca nunca procesado),  el extracto, el laurel y los condimentos. No me gusta cocinar mucho así que ni bien el tomate se vea cocido agregamos las lentejas escurridas (si el tiempo no sale perfecto apagamos el fuego de la salsa y esperamos a las lentejas) y ahí sí dejamos que se cocine hasta que espese. Hay mucha historia con lo seco que debería estar el relleno para que la musaka quede bien armada pero no hay que desesperar porque a diferencia de lo que pasa con la carne la lenteja no va a soltar  jugo durante la cocción.

3- Paso a paso. Mientras la salsa espesa, es el turno de la salsa blanca. Tal vez está demás, pero en una cacerolita ponemos a derretir la margarina y agregamos el almidón de maíz revolviendo bien para que se integre y forme eso que se llama roux. Después, agregamos la leche de a poquito para evitar esos fatídicos grumos, con más cuidado a medida que haya más líquido y revolviendo con cuchara de madera todo todo el tiempo. Cuando empieza a verse el fondo, está lista. Me gusta condimentar acá porque antes es todo más angustiante. Ya fuera del fuego, sal, pimienta y nuez moscada a gusto. Listo el relleno, viene el final.

4- Lo más divertido. Acomodamos una capa de berenjenas en el fondo del molde que vayamos a usar. Todo vale con tal que quede bien cubierto. Encima ponemos el relleno y arriba otra capa (la última) de berenjenas, ésta con menos decoro. Cubrimos todo eso con salsa blanca y encajamos trocitos de queso de una manera más o menos pareja. Al horno para que se asiente (y se caliente) por unos 15-20 minutos. Glorioso, lo han logrado. El siguiente problema va a ser servir sin que se desarme tan lindo armado.

jueves, 30 de agosto de 2012

Bollos de mandioca

Tengo una debilidad por la comida paraguaya. Y extraño un poco vivir cerca de una iglesia que para cada festividad se rodeaba de una increíble feria de estas cosas.
Así todo, nunca había conocido los bollos de mandioca. O nunca los hicieron o siempre lo ignoré porque la receta tradicional lleva carne pero cuando me crucé con la receta me fue IMPRESCINDIBLE adaptarlos a mi estilo de vida. La masa, que es lo fundamental, es la misma; sólo cambié el relleno que evidentemente podría haber sido de cualquier cosa (imagino que incluso rellenos dulces). Pero lo que vale para el guiso vale para los rellenos (especialmente de domingo al mediodía): lleva lo que hay. Con estas cantidades comen uno y medio (era para mí y sobró algo).





Para la masa
 
  • Mandioca:1/4 kilo
  • Harina de maíz: 1/3 de taza
  • Harina de trigo integral: 1/4 de taza
  • Margarina: una cucharadita
  • Sal, pimienta.
Primero, como siempre, hay que cocinar bien la mandioca. Y un poco más también porque vamos a necesitar que se haga puré y no recomiento procesarla ni nada por el estilo, el pegote de almidón puede resultar alucinante. Una vez cocida la pisamos con mucha paciencia y un pisapapas (o un tenedor y un poco más de paciencia) hasta que quede bien cremosa. Ahí agregamos la margarina, las harinas y los condimentos. Cuando agreguen lo último de harina recomiendo pasar a la mesada y amasar, así la margarina se ablanda y todo se integra bien. Queda una masa muy linda, húmeda pero que no se pega. Si se pega, agreguen más harina . Nada es exacto en el amasado.
 
Para el relleno:
 
  • Espinaca (usé congelada por mí misma, ya cocida) un puñado.
  • Ricota: dos cucharadas.
  • Cebolla: media.
  • Sal, pimienta, nuez moscada.
Acá no hay muchos secretos. Lo que hice fue saltear la cebolla, agregársela a la ricota (que conviene pisar un poco para que se ligue, sobre todo si es la que viene en "pan") y ahí mismo sumar espinaca picada (pero no tanto) y los condimentos. La espinaca, como siempre que hacemos un relleno hay que escurrirla bien, igual la masa queda bastante gruesa y la ricota absorbe algo de la humedad y no hay mucho drama.  

Ahora sí: el ensamble.
 
Estiramos la masa con palote y dedos. No tiene que quedar muy finita, calculen unos 2mm. Cortamos como si hiciéramos empanadas y seguimos así: circulito, relleno, circulito, relleno. Cubrimos con u segundo disco de masa y apretamos. No se puede repulgar como una empanada, pero enseguida los bordes se unen porque la masa es muy muy fresca.
Debo aclarar: conocí esta receta si ver un verdadero bollo de mandioca jamás, así que el ensamble es lo que salió. Como se llamaban bollos empujé los bordecitos cerrados hacia arriba, para que tuvieran una forma acorde al nombre, pero se pueden dejar con forma de empanada tranquilamente.
 
Nada más: al horno a dorar y a comer.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Frutitarta para el postre/merienda/desayuno

De pronto me encontré con que no había nada dulce en este blog. Y no es lo que más cocino, porque es obvio que todos los días se come pero no siempre dulces, pero sí es lo que motivó la más reciente obsesión culinaria.
Acá está entonces lo que hice el martes a la mañana mientras escuchaba Johnny Cash.
No será la tarta de frutas más linda del mundo (creo sobre todo que me salió petisa), pero está buenísima y cumplió con un requisito que en el momento me resultaba imprescindible: está hecha con casi nada y no tiene huevos.

La masa es la básica para tarta dulce:
  • 200 gr de harina integral (o la blanca común)
  • 80 gr de azúcar
  • Tres cucharadas de aceite neutro (puede ser manteca o margarina)
  • Ralladura de una naranja
  • Una cucharadita de polvo para hornear.
  • Agua en cantidad necesaria.

Primero ponemos la harina, el polvo para hornear, el azúcar y mezclamos la grasa (manteca, margarina, aceite). En este punto me gusta incorporar la ralladura. Después es sólo agua hasta que la masa se vuelva amasable. Ojo que no es mucha, diría menos de una taza pero va a depender de la materia grasa que hayan usado, de la humedad de la ralladura y de si la harina es o no integral.
Una vez hecha, se estira con palote, se acomoda en el molde (22- 25cm para esa cantidad) y se hornea unos 5-10 minutos para que no se humedezca después.

Ahora al relleno
  • Dos narranjas
  • Tres kiwis
  • Tres cucharadas de maicena
  • Una taza de azúcar

Esto es lo más fácil del mundo. Un día (o unas cuantas horas) antes de hacerla, hay que ocuparse de las naranjas. Primero sacan la ralladura (mucho, mucho y parejito) y reservan (en este caso sirven para la masa, si no se congela y sirve para otra guerra). A lo que queda, lo cortan en rodajas bieeeeeen finitas y sacan todas las semillas, ponen en algún recipiente con la taza de azúcar y dejan descansando en heladera. Ahí las naranjas van a soltar todo el jugo y se van a poner más blanditas.
Cuando vayan a hacer la tarta, a las naranjas con azúcar le agregan la maicena y así no más lo meten en la masa y al horno bastante calentito (unos 200°). Si la espían van a notar cuando está, serán unos 20 minutos hasta que lo que había líquido en el relleno se haya puesto espeso.

Tarta lista. Cuando se empiece a enfriar, rebanan los kiwis y los acomodan arriba lo más prolijamente que puedan (esto es, no como yo).

Algunos puntos para tener en cuenta.
Hay quien le saca "lo blanco" a la naranja porque dicen que es amargo. Tan amargo no queda después de la pasada por azúcar, pero es cuestión de gustos y paciencias.
Para que no se humedezca la masa, aparte de la horneada, pueden poner avena antes del relleno.
Para que la parte de arriba quede linda, se puede usar una reducción de mermelada (mermelada + agua calentita para que se "derrita") o hacer lo mismo con miel y un poco de agua. Verán que yo no lo hice
Como es obvio la combinación kiwi-naranja es arbitraria. Podría haber sito limón o lima en el relleno y duraznos, ananá, frutilla o lo que encuentren en la parte de arriba.

jueves, 16 de agosto de 2012

El falso pesto

A decir verdad, el protagonista de esta noche salió de 101 cookbooks: es un pesto hecho con brócoli (en vez de albahaca, por lo verde). Pesto no es, pero está buenísimo, incluso para arrastrar hacia el brócoli a los remisos. Lo mejor de todo, aunque aún no haya probado, es que pensar en el pesto como algo que no necesariamente lleva albahaca abre muchas posibilidades. Mi próximo experimento será con espinaca.
Originalmente lo había hecho para usar en unos fideos, pero exageré y una tonelada fue a vivir al freezer. Hasta hoy. La mandioca me encanta y me crucé con unas más que tentadoras. De ahí, la cena:
Para el pesto:
  • Brócoli: tres o cuatro arbolitos (o, como usé en este caso, el tronco -lo más cercano a la flor- y las hojas de una cabecita).
  • Ajo: dos dientes.
  • Nueces (o piñones o almendras): 50g
  • Queso parmesano (o cualquier rallable): incalculable, a gusto.
  • Aceite de oliva: cantidad necesaria.
  • Nuez moscada, pimienta, pimentón (sal yo no le ponglo, por el queso).

La gran diferencia con el verdadero pesto es que acá sí hay que cocinar el brócoli. Siempre mejor al vapor que hervido, se hace enseguidita. Después de dejarlo enfriar un poco, se procesa. No mucho para que quede una linda textura. Una vez frío del todo lo ponemos en el recipiente que vayamos a usar y se le agregan los ajos picados, las frutas secas también picadas (se pueden procesar, pero prefiero darles con el martillo de ablandar milanesas o con el martillo de darle a los clavos siempre y cuando las frutas estén cubiertas por un repasador o algo que amortigüe el impacto) y el queso rallado. El toque final es regarlo con aceite de oliva. Hay quien lo cubre de aceite, lo que es recomendable si se va a conservar así, pero se puede usar mucho menos si lo van a usar en el día.

Pesto listo, vamos a las mandiocas, que no tienen más especificaciones que las de rutina. Para lo que se ve en la foto usé 1/4 kilo. Siempre hay que hervirlas primero (y un rato largo, cuando parecen cocidas todavía hay que dejarlas un rato más, calculen 40 minutos). En este caso, quería otra consistencia así que las puse unos 15 min más al horno con un chorrito de aceite.
Sencillo: una vez listas las mandiocas, coronamos con "pesto" y es todo.

viernes, 10 de agosto de 2012

Pan de zapallo a la ensalada

Los viernes almuerzo con más calma. Pero igual es un almuerzo, así que decidí rescatar del conge un pan de zapallo que había adaptado de unos muffins que enconté acá para aprovechar un zapallo que amenazaba con pasar a mejor vida (nada se pierde, todo se transforma).
La historia es más o menos así. Tenía ganas de probar la masa de zapallo y esta receta me resultó tentadora porque no llevaba huevo (el zapallo cumple a veces esa función). Pero no tenía moldes para muffins ni pirotines ni nada por el estilo y para no andar con medias tintas hice una readaptación total cambiando casi nada: lo hice en molde de budín y le saqué la mitad del azúcar.
Quedó así:
Tenía estos ingredientes:
  • 300 g de harina de trigo integral
  • 80 g de azúcar
  • 1 cucharadita de polvo para hornear
  • 1/2 de sal
  • 1 de canela
  • algo de nuez moscada y pimienta
  • 150 ml de leche
  • 150 ml de aceite neutro
  • 1 taza de puré de zapallo
y lo hice así:

Mezclé el puré de zapallo con el aceite y la leche (los húmedos) y les agregué el azúcar y los secos (o sea, todo lo demás). Mezclé con cuidado de que no se hicieran grumos (igual no tiene mucha historia porque los húmedos no son muy líquidos, por el zapallo). Todo eso lo volqué en un molde de budín enmantecado y enharinado y lo cociné en horno moderado por media hora. Mi molde mide unos 30 cm de largo, pero esto funciona en cualquier tamaño aunque varía el tiempo de cocción.

Como decidí usarlo de almuerzo lo acompañé con una ensalada de tomate, espinaca (cruda) y zanahoria.
Así:
Usé la mitad del pan que había hecho, el resto será destinado a otros fines aún inciertos.

jueves, 9 de agosto de 2012

La sopa más verde

Y ahora sí a la razón de ser de este blogcito.

Una sopa bien verde, una inspiración momentánea de un día de frío y cansancio. Lo más fácil del mundo.

Las cantidades son para la cena de una persona, incluir a más comensales no tiene mucha complejidad.


Lo que lleva:
· Arvejas secas: dos puñados, una taza
· Puerros: 1
· Zapallitos: 1/2
· Caldo de verduras: 1/2 cubito.

Cómo hacemos:
Antes que nada, conviene remojar las arvejas unas horas así se cocinan más rápido. Va a ser importante que se cocinen muy muy bien. Una vez remojadas, les cambiamos el agua y las ponemos al fuego con el caldo. Hay que hacerlo un buen rato antes porque tardan pero no hay que vigilarlas demasiado, sólo que tengan suficiente agua para después no pasarse media vida despegando lo quemado de la olla.

Cuando las arvejas empiezan a estar cocidas y a desarmarse apenas, agregamos los puerros cortados parejitos y los cocinamos unos 5 o 10 minutos. Ahí agregamos los zapallitos cortados en cubos grandecitos (porque se achica). Cuando juzgan que el zapallito está cocido seguro que también estará bien todo lo demás. Conviene mover un poquín a las arvejas de vez en cuando para que se desarmen del todo, se saben hacer crema ellas solas.
Yo no lo hice, pero en la etapa final de la cocción pueden agregar leche, crema o queso blanco para una preparación más cremosa. O ponerle queso fresco o de rallar una vez en el plato.


Obertura

De pronto me pareció que el tiempo y el esfuerzo que le ponía a las comidas merecían un lugar en la web.
No siempre son lindos, pero siempre son ricos. Y siempre están adaptadas a mis necesidades, que tal vez sean las de alguien más. Nunca llevan carne pero sí lacteos y algún ocasional huevo. Usualmente son para uno, porque soy una sola. Y muchas veces están especialmente diseñadas para hacer un día y comer al otro, o dentro de dos, o para reservar para emergencias alimentarias.
Porque así es mi vida.