viernes, 7 de septiembre de 2012

Fainá de choclo

Cuando yo era niña mi madre la llamaba Torta santiagueña. Con los choclos ya en la mano, entusiasmada después de su larga ausencia se me ocurrió preguntarme cómo era que se hacía eso. Nada. Google desconoce semejante cosa y la torta santiagueña parece no tener nada que ver. Pero los choclos ya estaban, la harina de garbanzos dormía en la alacena desde la última vez que hice fainá y necesitaba una comida que me pudiera esperar ya hecha en la heladera durante más de un día (y después terminarse lo más rápido posible).
Ciertos sujetos dispersos por la web sugerían agregar huevos a la mezcla, pero no parecía necesario, al menos no para obtener el resultado que yo esperaba, así que la cuestión fue tan simple como hacer la fainá y agregarle choclo (más tarde mi madre confirmó que no había que hacer mucho circo). Nunca le crean a quien diga que es difícil hacer fainá y no se gasten en comprar la mezcla preparada.

O sea:
  • Harina de garbanzos: 250 gr
  • Agua: 500cc
  • Choclo: 1 cocido y desgranado
  • Aceite: dos cucharadas y algo más para la asadera (usé girasol pero pueden ser más finos que yo).
  • Sal, pimienta, nuez moscada.

Colocar la harina de garbanzos en su tacho de hacer masas favorito y agreguen los condimentos y el aceite. Mezclen un poco y empiecen a agregar el agua muy de a poco. Esto es fundamental, primero logren que todo se integre y después vayan agregando de a un chorrito por vez para que el pegote se disuelva. los últimos chorritos son lo más delicados porque ahí es cuando nos asaltan los grumos, pero tampoco es cuestión de desesperar. Va a quedar muy líquida. Se deja reposar una hora o el tiempo prudencial del que dispongan y se agrega el choclo. Para cocinarla,  se pone aceite en una asadera, se calienta un poco en el horno y se vuelca la mezcla encima. Listo, al horno hasta que se dore y se desprenda. Pueden pasar 20-30 minutos dependiendo de qué tan gorda la hayan hecho (o sea, del tamaño de la asadera o pizzera que tengan).

Para esa particular noche, la apilé con puré de berenjenas en el medio y unos tomates para refrescar. Evidentemente, acepta las combinaciones que quieran o comerse sola.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Mousaka

 Es otra adaptación más de la tradicional comida griega a la paladares sin carne. Sí. Pero tiene una diferencia fundamental, que es que usé lentejas en vez de soja texturizada o esas cosas. Porque basta de soja, porque no me gusta la idea sustituir la carne por algo que se le parezca y porque las lentejas siempre están a mano.
El plato en sí tiene muchas variantes. La que yo hago (no aprobada por ningún griego, realmente) es la que más me gusta porque al llevar sólo dos capas de berenjena (como tapas) no se parece tanto a las berenjenas a la parmesana, que son geniales pero la idea no es hacer siempre lo mismo.
Aclaro que, para variar, esta no es una receta para uno. O sí, lo fue, pero con estas cantidades comen dos o come siempre el mismo pero más de una vez.
Sin más preámbulos:

Ingredientes:
  • Berenjenas: 2 medianas o 1 gigante
  • Lentejas: 3/4 de taza (crudas)
  • Tomates: 1
  • Extracto de tomates: 1 cucharada.
  • Cebolla: 1
  • Leche: 1 taza
  • Almidón de maíz: 1 cucharada.
  • Margarina: 1 cucharada.
  • Queso cremoso: 50 gr.
  • Todo tipo de condimentos: laurel para la salsa de tomate, nuez moscada para la salsa blanca, pimienta para todo, algo de sal.

1- Antes de empezar lo divertido hay que cortar las berenjenas en rodajas. Personalmente me gustan gorditas para que estén bien tiernas y no se pongan crocantes, un centímetro puede funcionar. Así las asamos al horno. Llevan un rato de cada lado, tienen que estar bien cocidas antes del armado porque si no el tiempo no alcanza. A la vez, conviene poner a cocinar las lentejas que ya deberían estar bieeeeen remojadas
2- Mientras se termina de hacer todo eso, hacemos la salsa. Salteamos una cebolla y cuando está trasparente y como para comer agregamos el tomate picado sin piel (nunca nunca procesado),  el extracto, el laurel y los condimentos. No me gusta cocinar mucho así que ni bien el tomate se vea cocido agregamos las lentejas escurridas (si el tiempo no sale perfecto apagamos el fuego de la salsa y esperamos a las lentejas) y ahí sí dejamos que se cocine hasta que espese. Hay mucha historia con lo seco que debería estar el relleno para que la musaka quede bien armada pero no hay que desesperar porque a diferencia de lo que pasa con la carne la lenteja no va a soltar  jugo durante la cocción.

3- Paso a paso. Mientras la salsa espesa, es el turno de la salsa blanca. Tal vez está demás, pero en una cacerolita ponemos a derretir la margarina y agregamos el almidón de maíz revolviendo bien para que se integre y forme eso que se llama roux. Después, agregamos la leche de a poquito para evitar esos fatídicos grumos, con más cuidado a medida que haya más líquido y revolviendo con cuchara de madera todo todo el tiempo. Cuando empieza a verse el fondo, está lista. Me gusta condimentar acá porque antes es todo más angustiante. Ya fuera del fuego, sal, pimienta y nuez moscada a gusto. Listo el relleno, viene el final.

4- Lo más divertido. Acomodamos una capa de berenjenas en el fondo del molde que vayamos a usar. Todo vale con tal que quede bien cubierto. Encima ponemos el relleno y arriba otra capa (la última) de berenjenas, ésta con menos decoro. Cubrimos todo eso con salsa blanca y encajamos trocitos de queso de una manera más o menos pareja. Al horno para que se asiente (y se caliente) por unos 15-20 minutos. Glorioso, lo han logrado. El siguiente problema va a ser servir sin que se desarme tan lindo armado.

jueves, 30 de agosto de 2012

Bollos de mandioca

Tengo una debilidad por la comida paraguaya. Y extraño un poco vivir cerca de una iglesia que para cada festividad se rodeaba de una increíble feria de estas cosas.
Así todo, nunca había conocido los bollos de mandioca. O nunca los hicieron o siempre lo ignoré porque la receta tradicional lleva carne pero cuando me crucé con la receta me fue IMPRESCINDIBLE adaptarlos a mi estilo de vida. La masa, que es lo fundamental, es la misma; sólo cambié el relleno que evidentemente podría haber sido de cualquier cosa (imagino que incluso rellenos dulces). Pero lo que vale para el guiso vale para los rellenos (especialmente de domingo al mediodía): lleva lo que hay. Con estas cantidades comen uno y medio (era para mí y sobró algo).





Para la masa
 
  • Mandioca:1/4 kilo
  • Harina de maíz: 1/3 de taza
  • Harina de trigo integral: 1/4 de taza
  • Margarina: una cucharadita
  • Sal, pimienta.
Primero, como siempre, hay que cocinar bien la mandioca. Y un poco más también porque vamos a necesitar que se haga puré y no recomiento procesarla ni nada por el estilo, el pegote de almidón puede resultar alucinante. Una vez cocida la pisamos con mucha paciencia y un pisapapas (o un tenedor y un poco más de paciencia) hasta que quede bien cremosa. Ahí agregamos la margarina, las harinas y los condimentos. Cuando agreguen lo último de harina recomiendo pasar a la mesada y amasar, así la margarina se ablanda y todo se integra bien. Queda una masa muy linda, húmeda pero que no se pega. Si se pega, agreguen más harina . Nada es exacto en el amasado.
 
Para el relleno:
 
  • Espinaca (usé congelada por mí misma, ya cocida) un puñado.
  • Ricota: dos cucharadas.
  • Cebolla: media.
  • Sal, pimienta, nuez moscada.
Acá no hay muchos secretos. Lo que hice fue saltear la cebolla, agregársela a la ricota (que conviene pisar un poco para que se ligue, sobre todo si es la que viene en "pan") y ahí mismo sumar espinaca picada (pero no tanto) y los condimentos. La espinaca, como siempre que hacemos un relleno hay que escurrirla bien, igual la masa queda bastante gruesa y la ricota absorbe algo de la humedad y no hay mucho drama.  

Ahora sí: el ensamble.
 
Estiramos la masa con palote y dedos. No tiene que quedar muy finita, calculen unos 2mm. Cortamos como si hiciéramos empanadas y seguimos así: circulito, relleno, circulito, relleno. Cubrimos con u segundo disco de masa y apretamos. No se puede repulgar como una empanada, pero enseguida los bordes se unen porque la masa es muy muy fresca.
Debo aclarar: conocí esta receta si ver un verdadero bollo de mandioca jamás, así que el ensamble es lo que salió. Como se llamaban bollos empujé los bordecitos cerrados hacia arriba, para que tuvieran una forma acorde al nombre, pero se pueden dejar con forma de empanada tranquilamente.
 
Nada más: al horno a dorar y a comer.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Frutitarta para el postre/merienda/desayuno

De pronto me encontré con que no había nada dulce en este blog. Y no es lo que más cocino, porque es obvio que todos los días se come pero no siempre dulces, pero sí es lo que motivó la más reciente obsesión culinaria.
Acá está entonces lo que hice el martes a la mañana mientras escuchaba Johnny Cash.
No será la tarta de frutas más linda del mundo (creo sobre todo que me salió petisa), pero está buenísima y cumplió con un requisito que en el momento me resultaba imprescindible: está hecha con casi nada y no tiene huevos.

La masa es la básica para tarta dulce:
  • 200 gr de harina integral (o la blanca común)
  • 80 gr de azúcar
  • Tres cucharadas de aceite neutro (puede ser manteca o margarina)
  • Ralladura de una naranja
  • Una cucharadita de polvo para hornear.
  • Agua en cantidad necesaria.

Primero ponemos la harina, el polvo para hornear, el azúcar y mezclamos la grasa (manteca, margarina, aceite). En este punto me gusta incorporar la ralladura. Después es sólo agua hasta que la masa se vuelva amasable. Ojo que no es mucha, diría menos de una taza pero va a depender de la materia grasa que hayan usado, de la humedad de la ralladura y de si la harina es o no integral.
Una vez hecha, se estira con palote, se acomoda en el molde (22- 25cm para esa cantidad) y se hornea unos 5-10 minutos para que no se humedezca después.

Ahora al relleno
  • Dos narranjas
  • Tres kiwis
  • Tres cucharadas de maicena
  • Una taza de azúcar

Esto es lo más fácil del mundo. Un día (o unas cuantas horas) antes de hacerla, hay que ocuparse de las naranjas. Primero sacan la ralladura (mucho, mucho y parejito) y reservan (en este caso sirven para la masa, si no se congela y sirve para otra guerra). A lo que queda, lo cortan en rodajas bieeeeeen finitas y sacan todas las semillas, ponen en algún recipiente con la taza de azúcar y dejan descansando en heladera. Ahí las naranjas van a soltar todo el jugo y se van a poner más blanditas.
Cuando vayan a hacer la tarta, a las naranjas con azúcar le agregan la maicena y así no más lo meten en la masa y al horno bastante calentito (unos 200°). Si la espían van a notar cuando está, serán unos 20 minutos hasta que lo que había líquido en el relleno se haya puesto espeso.

Tarta lista. Cuando se empiece a enfriar, rebanan los kiwis y los acomodan arriba lo más prolijamente que puedan (esto es, no como yo).

Algunos puntos para tener en cuenta.
Hay quien le saca "lo blanco" a la naranja porque dicen que es amargo. Tan amargo no queda después de la pasada por azúcar, pero es cuestión de gustos y paciencias.
Para que no se humedezca la masa, aparte de la horneada, pueden poner avena antes del relleno.
Para que la parte de arriba quede linda, se puede usar una reducción de mermelada (mermelada + agua calentita para que se "derrita") o hacer lo mismo con miel y un poco de agua. Verán que yo no lo hice
Como es obvio la combinación kiwi-naranja es arbitraria. Podría haber sito limón o lima en el relleno y duraznos, ananá, frutilla o lo que encuentren en la parte de arriba.

jueves, 16 de agosto de 2012

El falso pesto

A decir verdad, el protagonista de esta noche salió de 101 cookbooks: es un pesto hecho con brócoli (en vez de albahaca, por lo verde). Pesto no es, pero está buenísimo, incluso para arrastrar hacia el brócoli a los remisos. Lo mejor de todo, aunque aún no haya probado, es que pensar en el pesto como algo que no necesariamente lleva albahaca abre muchas posibilidades. Mi próximo experimento será con espinaca.
Originalmente lo había hecho para usar en unos fideos, pero exageré y una tonelada fue a vivir al freezer. Hasta hoy. La mandioca me encanta y me crucé con unas más que tentadoras. De ahí, la cena:
Para el pesto:
  • Brócoli: tres o cuatro arbolitos (o, como usé en este caso, el tronco -lo más cercano a la flor- y las hojas de una cabecita).
  • Ajo: dos dientes.
  • Nueces (o piñones o almendras): 50g
  • Queso parmesano (o cualquier rallable): incalculable, a gusto.
  • Aceite de oliva: cantidad necesaria.
  • Nuez moscada, pimienta, pimentón (sal yo no le ponglo, por el queso).

La gran diferencia con el verdadero pesto es que acá sí hay que cocinar el brócoli. Siempre mejor al vapor que hervido, se hace enseguidita. Después de dejarlo enfriar un poco, se procesa. No mucho para que quede una linda textura. Una vez frío del todo lo ponemos en el recipiente que vayamos a usar y se le agregan los ajos picados, las frutas secas también picadas (se pueden procesar, pero prefiero darles con el martillo de ablandar milanesas o con el martillo de darle a los clavos siempre y cuando las frutas estén cubiertas por un repasador o algo que amortigüe el impacto) y el queso rallado. El toque final es regarlo con aceite de oliva. Hay quien lo cubre de aceite, lo que es recomendable si se va a conservar así, pero se puede usar mucho menos si lo van a usar en el día.

Pesto listo, vamos a las mandiocas, que no tienen más especificaciones que las de rutina. Para lo que se ve en la foto usé 1/4 kilo. Siempre hay que hervirlas primero (y un rato largo, cuando parecen cocidas todavía hay que dejarlas un rato más, calculen 40 minutos). En este caso, quería otra consistencia así que las puse unos 15 min más al horno con un chorrito de aceite.
Sencillo: una vez listas las mandiocas, coronamos con "pesto" y es todo.

viernes, 10 de agosto de 2012

Pan de zapallo a la ensalada

Los viernes almuerzo con más calma. Pero igual es un almuerzo, así que decidí rescatar del conge un pan de zapallo que había adaptado de unos muffins que enconté acá para aprovechar un zapallo que amenazaba con pasar a mejor vida (nada se pierde, todo se transforma).
La historia es más o menos así. Tenía ganas de probar la masa de zapallo y esta receta me resultó tentadora porque no llevaba huevo (el zapallo cumple a veces esa función). Pero no tenía moldes para muffins ni pirotines ni nada por el estilo y para no andar con medias tintas hice una readaptación total cambiando casi nada: lo hice en molde de budín y le saqué la mitad del azúcar.
Quedó así:
Tenía estos ingredientes:
  • 300 g de harina de trigo integral
  • 80 g de azúcar
  • 1 cucharadita de polvo para hornear
  • 1/2 de sal
  • 1 de canela
  • algo de nuez moscada y pimienta
  • 150 ml de leche
  • 150 ml de aceite neutro
  • 1 taza de puré de zapallo
y lo hice así:

Mezclé el puré de zapallo con el aceite y la leche (los húmedos) y les agregué el azúcar y los secos (o sea, todo lo demás). Mezclé con cuidado de que no se hicieran grumos (igual no tiene mucha historia porque los húmedos no son muy líquidos, por el zapallo). Todo eso lo volqué en un molde de budín enmantecado y enharinado y lo cociné en horno moderado por media hora. Mi molde mide unos 30 cm de largo, pero esto funciona en cualquier tamaño aunque varía el tiempo de cocción.

Como decidí usarlo de almuerzo lo acompañé con una ensalada de tomate, espinaca (cruda) y zanahoria.
Así:
Usé la mitad del pan que había hecho, el resto será destinado a otros fines aún inciertos.

jueves, 9 de agosto de 2012

La sopa más verde

Y ahora sí a la razón de ser de este blogcito.

Una sopa bien verde, una inspiración momentánea de un día de frío y cansancio. Lo más fácil del mundo.

Las cantidades son para la cena de una persona, incluir a más comensales no tiene mucha complejidad.


Lo que lleva:
· Arvejas secas: dos puñados, una taza
· Puerros: 1
· Zapallitos: 1/2
· Caldo de verduras: 1/2 cubito.

Cómo hacemos:
Antes que nada, conviene remojar las arvejas unas horas así se cocinan más rápido. Va a ser importante que se cocinen muy muy bien. Una vez remojadas, les cambiamos el agua y las ponemos al fuego con el caldo. Hay que hacerlo un buen rato antes porque tardan pero no hay que vigilarlas demasiado, sólo que tengan suficiente agua para después no pasarse media vida despegando lo quemado de la olla.

Cuando las arvejas empiezan a estar cocidas y a desarmarse apenas, agregamos los puerros cortados parejitos y los cocinamos unos 5 o 10 minutos. Ahí agregamos los zapallitos cortados en cubos grandecitos (porque se achica). Cuando juzgan que el zapallito está cocido seguro que también estará bien todo lo demás. Conviene mover un poquín a las arvejas de vez en cuando para que se desarmen del todo, se saben hacer crema ellas solas.
Yo no lo hice, pero en la etapa final de la cocción pueden agregar leche, crema o queso blanco para una preparación más cremosa. O ponerle queso fresco o de rallar una vez en el plato.