Originalmente lo había hecho para usar en unos fideos, pero exageré y una tonelada fue a vivir al freezer. Hasta hoy. La mandioca me encanta y me crucé con unas más que tentadoras. De ahí, la cena:
Para el pesto:
- Brócoli: tres o cuatro arbolitos (o, como usé en este caso, el tronco -lo más cercano a la flor- y las hojas de una cabecita).
- Ajo: dos dientes.
- Nueces (o piñones o almendras): 50g
- Queso parmesano (o cualquier rallable): incalculable, a gusto.
- Aceite de oliva: cantidad necesaria.
- Nuez moscada, pimienta, pimentón (sal yo no le ponglo, por el queso).
La gran diferencia con el verdadero pesto es que acá sí hay que cocinar el brócoli. Siempre mejor al vapor que hervido, se hace enseguidita. Después de dejarlo enfriar un poco, se procesa. No mucho para que quede una linda textura. Una vez frío del todo lo ponemos en el recipiente que vayamos a usar y se le agregan los ajos picados, las frutas secas también picadas (se pueden procesar, pero prefiero darles con el martillo de ablandar milanesas o con el martillo de darle a los clavos siempre y cuando las frutas estén cubiertas por un repasador o algo que amortigüe el impacto) y el queso rallado. El toque final es regarlo con aceite de oliva. Hay quien lo cubre de aceite, lo que es recomendable si se va a conservar así, pero se puede usar mucho menos si lo van a usar en el día.
Pesto listo, vamos a las mandiocas, que no tienen más especificaciones que las de rutina. Para lo que se ve en la foto usé 1/4 kilo. Siempre hay que hervirlas primero (y un rato largo, cuando parecen cocidas todavía hay que dejarlas un rato más, calculen 40 minutos). En este caso, quería otra consistencia así que las puse unos 15 min más al horno con un chorrito de aceite.
Sencillo: una vez listas las mandiocas, coronamos con "pesto" y es todo.
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